El motivo de que estemos aquí es el dolor. El dolor y la necesidad de ocultárselo a la persona que lo provoca. Ya sea por no hacerle daño, o por no admitir que nos están desgarrando las entrañas. Nos hemos reunido aquí para desahogar la pena que nos araña el corazón.


martes, 28 de diciembre de 2010

Bulimia sentimental.


Me ha sido infiel. Lo ha hecho. Después de tres putos años se ha dignado a engañarme. Como no, con su ex. Como decirlo...ha liberado tensión sexual no resuelta con una ex ocupante de su catre ¡Qué noble actuación! Ponerse de parte de los más necesitados (aquellos que llevan dos años y pico sin follar) y ofrecerles tu cuerpo para sus necesidades más apremiantes. Imbécil de mí. Soberana imbécil. Fui yo misma quien le propuse una hermosa e idílica amistad con la malfollada. Fui yo la que la incitó a recuperar el contacto con una persona tan importante en su vida. Ya tenía una "x" marcada en la frente indicando el lugar exacto en el que debía situarse la cornamente en sí. Ingenua. Una ingenua superlativa.

Lo peor de todo es que no he superado esta etapa de candidez infantil. La sigo queriendo, locamente. Más todavía si eso es posible. Arrebatadoramente ¡Oh, Dios, sí! ¡Dadme un flagelo! Tengo instintos masoquistas, me gusta que me arranquen el corazón y me lo tiren a la cara. Sólo falta que me descuartice.

Así que la aquí presente ha decidido no hablarle. No al menos hasta que ella lo haga y tras cuatro días no puedo más. Me vuelvo débil por segundos. No puedo evitarlo. Su no-presencia es como una descarga cáustica que me desgarra las entrañas. No tendría que ser así. No es lo propio, no es lo debido. Ella me ha hecho daño a mí y yo debería erigirme como una diosa déspota e infame ante su presencia minúscula. Elevarme sobre su inmundo atrevimiento y ser superior al dolor que pueda causarme. Ser intocable. Infranqueable. Irrebasable. Debería... pero no puedo. Me inyecto su mirada en las venas. Cada mañana al levantarme me recorre una sobredosis de cobre, de miel, de ámbar incandescente que me deja en carne viva. Ingiero su imagen. La empujo hasta el fondo de mi estómago. Indigesta. La meto en mis entrañas para despues vomitarla, vomitarla una y otra vez en esta eterna bulimia sentimental.

Atenea. Deusa da inxenuidade

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