El motivo de que estemos aquí es el dolor. El dolor y la necesidad de ocultárselo a la persona que lo provoca. Ya sea por no hacerle daño, o por no admitir que nos están desgarrando las entrañas. Nos hemos reunido aquí para desahogar la pena que nos araña el corazón.


martes, 28 de diciembre de 2010

Ella


He descubierto que no puedo hacer mucho más que pensar en ti o intentar distraerme para no hacerlo. Cada vez que cojo un libro e intento estudiar, mi mente se escapa a imaginar qué estarás haciendo tú. Porque es martes, estarás trabajando... Y me pregunto estúpidamente si pensarás en mí. Hay dos respuestas. Hay dos posibilidades. Sí, lo haces, pero jamás me lo dirás. No, no lo haces, y soy una idiota por querer creer que sí.

Si he de ser sincera, no quería hacer de esta entrada un "para ti". Pero siempre que pienso en ella, que quiero hablar de ella, acabo escribiéndole a ella. Ella, ella, ella... Siempre ella. No en vano le dije una vez que había colonizado mis pensamientos. ¡Qué cierto resulta ser lo que digo, por intenso o por exagerado que parezca!

Lo admito, tengo que admitirlo: estoy dolida, estoy MUY dolida. Porque sé perfectamente lo que siento, porque siempre lo he sabido, porque he luchado por ello por difícil o imposible que pareciese... Pero cuando la cosa trata de dos, las cosas se complican. ¿Puedes seguir luchando cuando la otra persona te deja claro que ya has perdido? O mejor... ¿Puedes seguir luchando cuando la otra persona actúa como si ya hubieses perdido pero sus palabras te dicen que no es así? ¿Por qué sigo mirando hoteles para ir hasta allá si sé que no le haría gracia la sorpresa y preguntando nunca me daría el permiso? ¿Por qué sigo dándole vueltas a la cabeza, por qué no puedo dejar de pensar en ella, por qué no puedo dejar de recordar sus labios si sólo los he probado en contadas ocasiones y la última hace más de medio año? ¿Por qué se me ha colado tanto en el alma esta persona? ¿POR QUÉ?

Pero no hay respuesta y las preguntas danzan por el aire como cuchillas afiladas que me muerden la piel cuando intento concentrarme. "La globalización es un proceso... ¿Pero por qué no me llama si dijo que quería hacerlo?". Sólo puedo seguir intentándolo. Quizás fue un error... Quizás tenía que haberme encerrado en mi mundo cuando tuve la oportunidad y no haber dejado entrar a nadie... Y menos a alguien que podía afectarme tanto, algo que supe desde que la leí por primera vez... Supongo que no puedo evitar esa elevada dosis de masoquismo que me posee de vez en cuando. Y a pesar de haber eliminado todas sus imágenes de los alrededores, la peor, la que más perdura, es la que hay en mi cabeza. Y de esa no puedo deshacerme...

A veces siento el impulso de gritarle que nadie va a quererla como lo hago yo. Tengo ganas de decirle que si no puede estar conmigo, no podrá estar con nadie. Quiero explicarle que daría cualquier cosa y que nadie más en su vida lo hará... Pero no lo hago... No lo hago porque sólo es rabia... No lo hago porque sólo serviría para hacerle daño y eso es lo último que he querido nunca con respecto a ella. No lo hago porque es mentira... Porque sé que si hemos llegado a este punto, es porque yo no soy la persona que puede penetrar en lo más profundo de su alma acorazada para que olvide todo por amor. Lástima que ella sí haya desarmado mis defensas... Así que simplemente le hago caso... El silencio es la mejor opción.


 

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